Se enamoró a primera vista de aquellos ojos grises, de la
mirada sutil, tenue, misteriosa y de aquella esencia, de aquel perfume. Sin
embargo nadie imaginaría que esto sucedió cuando ella nació.
Él, sintiendo aquella conexión con el bebé y sabiendo lo que
podría ocurrir, decidiendo alejarse, no quería decepcionar a su hermana, la
madre, ni a toda su familia, por lo que se fue con su padre, lejos de la
ciudad, exiliado totalmente de la gente.
Se sentía extraño, vivir con su padre lo era, pero estar
entre las montañas, donde la naturaleza lo es todo, donde no existe el ruido de
la civilización y donde uno cultiva sus propios alimentos, era más raro aún, pero se acostumbraba. Sus
pensamientos fluían y con el tiempo se olvidó de aquella bebé.
Así pasaron los años, 6 para ser exactos; sin ver a la bebé
que había alterado e inquietado las emociones y sentimientos del hombre; pero
no duró mucho, pues fue en ese mismo tiempo que su hermana decidió vivir con su
padre. Ella se había divorciado y fue tanto su decepción que necesitó
encontrarse consigo misma, llevando a su hija con ella, pues era su más
preciado regalo.
La niña, al ver al hombre reconoció sus ojos, su mirada, el
aroma y esa esencia que la había enamorado. Se sintió inquieta y confusa,
deseaba abrazar al desconocido como si tuviese una estrecha relación, sin
embargo no le conocía, apenas sabía que era su tío.
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