miércoles, 13 de agosto de 2014

Él.

Extraña es la sensación que me haces sentir sin la necesidad de mirar con profundidad mis ojos, ni de susurrar con ternura en mi oído o deslizar con delicadeza la yema de tus dedos sobre mi piel. Ese deseo y ansias de hablarte son imposibles de calmar, como la mar cuando se descontrola al momento en que la lluvia y el viento la hacen enojar. Y doy suspiros tras suspiros, al momento en que mis pensamientos vuelan en la idea de que podría existir una unión previa a nuestras vidas, una conexión eterna, un enlazamiento espiritual; y que nuevamente nuestros corazones han hallado la manera de reencontrarse o que nuestros destinos y/o camino se han cruzado con la intención de que volviésemos estar juntos nuevamente.
¿Pero cómo puedo saber que eres quien me querrá por un periodo de tiempo o que solamente eres aquel amigo con el que me reencontraré todas las vidas o aquel quien me dará el cariño y amor que busco y necesito, y que además serás a la persona a la que me entregue por completo? 
Existen muchas personas a mí alrededor, sin embargo tú apareciste de la nada, trayendo todas esas similitudes, gustos y diferencias que provocan esa sensación confusa en mí. No obstante, no eres el primero ni el último en aparecer de aquella manera en mi vida, han sido muchas personas, pero solo tú has logrado ese sentimiento extraño que me hace pensar y suspirar cada vez que mi mente juega con los sentimientos del corazón. La mente mantiene con constancia el juego, cuestionando qué sientes tú, si la conexión solo la he sentido yo o si solo es una ilusión del ingenuo corazón. A pesar de lo mencionado, has dicho frases que causan todo esto, pero también está la opción de que mi mente continúe jugando en contra las nuevas emociones que siento en tu presencia.